Artesanas de «Tenangos» entre coyotes e intermediarios
Por: Martín Hernández H.
TENANGO DE DORIA, 02 MAY/News Hidalgo/.- Entre las montañas de la Sierra Otomi-Tepehua de Hidalgo se ubica una pequeña comunidad de artesanas, son mujeres y hombres que bordan extraños seres y animales maravillosos de mil colores, la mayoría desde pequeños son enseñados a bordar.
La comunidad del Aguacate está rodeada de verdes montañas y para llegar hay que subir por un angosto camino sin pavimentar, primero hay que pasar por la cabecera municipal de Tenango de Doria, conocida por sus coloridos bordados y luego recorrer una hora en auto para llegar a este pueblito enclavado en la serranía hidalguense.
Por el camino se encuentra una solitaria tiendita, junto un horno típico de la región para hacer pan, –le preguntamos al hombre, falta mucho para el aguacate—aquí arribita, una media hora—tiempo que se alargó—tal vez por lo empinado del camino, entre más subíamos, las montañas se alejaban más, a lo lejos se alcanza a ver el municipio de San Bartolo Tutotepec.
Por el camino hay pequeñas rancherías, algunos hombres cortando leña, otros empezando su jornada en el campo, apenas si nos topamos con una camioneta del servicio público, los pequeños observan la camioneta y echan a correr, a lo lejos se observa el aguacate, hay que empezar a bajar por la vereda.
Algunas mujeres y hombres sentados a un costado de la galera, la mayoría con pedazos de telas en las que bordan animales mágicos de mil colores y formas, algunos niños juegan, otros como Lili y Belem de 8 y 6 años ya comienzan a bordar para apoyar en breve a la economía del hogar.
Se cruzan algunas miradas de desconfianza, hasta que la señora Avelina Lucas, quien es una de las artesanas que ha logrado salir a otros municipios a vender y dar a conocer su trabajo, interviene y explica a las mujeres la presencia de las cámaras y micrófonos.
Apenas terminan de bordar el pedacito de tela y cuentan los días para subir a la plaza de Tenango de Doria y San Bartolo Tutotepec, las cuales se desarrollan los domingos y lunes respectivamente, y son los días que aprovechan para comprar algo de mandado para su casa, pero todo depende de la venta de su pedacito de tela (Tenango)
Muchas mujeres como Doña Margarita acuden a Tenango o San Bartolo a comprar su mandado de la semana y aprovechan para tratar de vender sus bordados, –desde las 7 de la mañana ya nos están esperando en la parada de las colectivas, ven una bolsa que llevas y te jalan, que traes en tu bolsa, traes bordado?, son mujeres de San Nicolás, Tenango de Doria y el Nanthe o San Pablito, quienes acaparan sus trabajos, pagándoles 600 pesos por un camino de mesa multicolor y 500 o 550 por un camino de mesa de un solo color.
Aquí comienza el coyotaje entre las propias artesanas de otras comunidades, son mujeres que tienen locales ya establecidos o que compran barato para revender en otras partes del municipio o inclusive para enviar esas obras de arte fuera del país a un mayor costo.
La mayoría de mujeres artesanas no tienen estudios, apenas si saben leer y escribir, otras como Doña Avelina no tuvieron esa oportunidad, pero eso no ha sido impedimento para asistir a ferias artesanales en Pachuca y otros municipios de Hidalgo, inclusive en otras partes del país, irónicamente no sabe escribir pero si aprendió a dibujar “gusanos” como les llama la señora Paula San Juan a cada animal que borda.
Su vida es bordar y atender a su familia, no hay diversiones o lujos, apenas le alcanza para comprar maíz, chiles y algún otro producto para comer, así ven pasar los días, meses y años, hasta ir perdiendo la vista por los bordados.
“Mi esposo se dedica al campo, a veces hace la lucha de bordar pero con lentes, porque esta discapacitado de la vista, cuando no hay trabajo o está lloviendo en tiempo de agua le digo, ponte tus lentes inténtale coser” dice doña Paula.
El trabajo del campo es duro para ellos, son jornadas de más de 8 horas por las que cobran 80 y 100 pesos, por lo que muchos han tenido que aprender a bordar para ayudar a sus mujeres y ganar así unos pesos, en tiempo de lluvias los hombres se sientan y toman un pedazo de tela para bordar.
Las mujeres de la comunidad del Aguacate como muchas otras de la región Ootomí Tepehua se dedican a bordar, comienzan con pequeños cuartitos, caminos de mesa, manteles, camisas, blusas y hasta vestidos de novia, son bordados que recorren el país y otros países de América y Europa.
Irónicamente los “Tenangos” se han convertido en verdaderas obras de arte, lo que los cotiza aún más, pero sus creadoras siguen en la pobreza y marginación, la falta de apoyos para sacar y vender sus bordados ocasionan que los llamados coyotes o intermediarios se queden con las ganancias y el reconocimiento.