CIUDAD DE MÉXICO, 08 MAR/NEWS HIDALGO/.- El Día Internacional de las Mujeres comenzó a conmemorarse por Naciones Unidas en 1975. Años más tarde, en 1995 en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer que se celebró en Beijing, se aprobó la Declaración y Plataforma de Acción que estableció una agenda con compromisos puntuales para hacer realidad los derechos de las mujeres y se aprobó utilizar el término “igualdad de género” en lugar del de “equidad de género”, por estar el primero ligado totalmente a los derechos humanos y a la no discriminación, y con ello a una vida libre de violencia, además de constituir una obligación para los Estados.
Sin embargo, las efemérides y declaraciones no se han materializado en igualdad de derechos, ni en una vida libre de violencia para las mujeres y las niñas de México y del mundo.
Ante esto, y en un llamado a la acción de todos los sectores sociales, hoy en día la igualdad de género es un objetivo y un eje transversal en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mostrando con ello el impacto y relación que tiene la igualdad en todos los ámbitos de la interacción humana. Uno de esos ámbitos es la construcción de la paz, que implica la promoción del cuidado entre todas las personas para la sostenibilidad de la vida, el logro de la justicia y la democracia, iguales oportunidades para el goce y acceso de los derechos humanos, entre otros.
Bajo este enfoque de construcción de la paz, se busca transformar los roles y estereotipos que subyacen a las relaciones de poder que sustentan la desigualdad, la discriminación y las violencias, y aportar desde nuestros conocimientos, experiencias y legado en la construcción de contextos que promuevan una vida plena para las mujeres y para todas las personas.
Con base en esto, la construcción de paz se vuelve prioritaria en las obras educativas jesuitas e implica hacer efectiva la posibilidad del ejercicio y disfrute de la igualdad plena. Así pues, en el ámbito educativo, estamos desarrollando políticas y planes de acción para fortalecer la igualdad de género en nuestras comunidades, así como programas y mecanismos para prevenir, identificar y atender las violencias por razón de género. Reconocemos que estos esfuerzos y acciones deben ser permanentes, consistentes a corto y largo plazo; que vamos aprendiendo en el camino, y que aún queda mucho trecho por recorrer.
En este camino, el conjunto de instituciones educativas jesuitas, del que forma parte el ITESO, reconocemos el inmenso aporte que nuestras compañeras, estudiantes y mujeres de las comunidades de base han llevado a cabo liderando los esfuerzos en todos los ámbitos de la construcción de la paz y la igualdad de género, luchando incansablemente por materializar para todas las niñas y mujeres la posibilidad de ejercer sus derechos; y para toda la sociedad, un México con más paz y menos violencia.
